La alimentación durante los primeros 1.000 días de vida puede condicionar el resto de la vida del niño
27/10/2017
Imagen obtenida de www.agro-alimentarias.coop
Esta es una de las afirmaciones realizada por Rosaura Leis, Coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago y miembro del Comité Científico de la campaña, durante el encuentro celebrado en Santiago de Compostela por la campaña de INLAC, Di que SÍ a al menos 3 lácteos al día
La jornada se ha centrado en los beneficios que estos productos aportan tanto para las madres como para los bebés. Estas acciones de divulgación organizadas por la Interporfesional láctea tienen por objetivo atajar los falsos mitos y la desinformación que a menudo acompañan a la percepción que los ciudadanos tienen de los lácteos. En el encuentro también han participado, Agueda García-Agulló, directora gerente de Inlac, y la periodista María Mera.
Rosaura Leis ha destacado la importancia que tiene la alimentación durante los primeros mil días de vida de las personas. En opinión de esta pediatra, es necesario concienciar a las madres de que la alimentación ha de cuidarse durante todo el periodo. Es más, esta atención ha de prestarse incluso antes, en el denominado periodo pregestacional, ya que cualquier alteración que podamos realizar o cualquier carencia que podamos padecer, puede tener consecuencias en el desarrollo y en la salud del niño, en una primera instancia, y del adulto, a posteriori (imprinting metabólico).
Para la doctora y profesora, la leche y los lácteos deben ser un alimento de consumo diario para las madres, tanto cuando se encuentran en la fase de gestación como en la de cría. En este sentido, en muchos casos en los que se presenta una intolerancia a la lactosa, podrían optar por lácteos sin lactosa o, incluso, yogur o queso.
Durante su intervención, ha recordado que durante el primer año de vida no se debe consumir leche de vaca. Lo ideal es que la alimentación, hasta los 4 o 6 meses, se realice exclusivamente con la leche materna. Una vez pasado el primer semestre, se abre un tiempo que abarca desde el mes 4 o 6 hasta el final del primer año en el que se puede comenzar a introducir en la alimentación del niño pequeñas cantidades de derivados lácteos cuando se vaya acercando el final del año 1. De esta forma, estaremos proporcionando al bebé proteínas de alto valor biológico en época de crecimiento, calcio para alcanzar el máximo pico de masa ósea al final de la adolescencia y vitaminas liposolubles.
A través del Programa de promoción de la leche y los productos lácteos en el marco de unas prácticas dietéticas adecuadas, Inlac y la Comisión Europea dan una respuesta sólida y conjunta a la necesidad de fomentar la presencia de la leche y los productos lácteos en el día a día de los ciudadanos españoles, además de fomentar la actividad física como estrategia frente a los problemas de salud relacionados con la alimentación, el sobrepeso y la obesidad.
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